Nos encontramos en el año 2021 y, realmente, aunque en ocasiones presumamos de evolución, solo hay que encender la tele, observar las redes sociales, escuchar la radio o analizar lo que sucede día a día a nuestro alrededor para saber que no estamos avanzando lo que deberíamos. Parece ser que, en muchas ocasiones, la palabra “frontera” supera en importancia a la de “humanidad”. Siempre se ha hecho patente la existencia de personas que no estaban de acuerdo con la llegada de inmigrantes a España. El lema era muy claro: primero los de aquí. Sin embargo, teniendo en cuenta que los de “aquí” tampoco son lo primero, no llega a entenderse este conjunto de palabras que rompen numerosos vínculos con personas que lo único que han hecho ha sido nacer en un punto del planeta diferente.

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Primero los de aquí

Si seguimos con la dichosa frase, “primero los de aquí”, pero observamos realmente el número de personas extranjeras que se encuentran en España, nos daremos cuenta de que algo sigue fallando. ¿El motivo? Las actitudes no encajan. Aseguran rechazar a los inmigrantes con el fin de salvaguardar los derechos, como la sanidad o la educación, de los ciudadanos nacionales, pero las posturas cambian cuando los extranjeros vienen de determinados países, con culturas occidentales, y con un nivel económico superior, a cuando provienen de países más orientales en los que la pobreza se vuelve más protagonista. Quizá, entonces, el principal problema en estos casos no es proteger a quien ha nacido en un punto u otro, sino la aporofobia, es decir, el rechazo al pobre.

Por otro lado, cabe destacar que existen dos ideas incompatibles entre ellas pero que sirven para sembrar el odio en la sociedad. Estas son las siguientes:

  • Vienen a robarnos el trabajo
  • Quieren vivir de ayudas públicas

Sin embargo, los medios, en su día a día, dejan claro cuál es la realidad. Por supuesto, cabe recalcar que no hablamos de medios de comunicación concretos, de esos que algunos tachan de “radicales de izquierdas”, sino de periódicos con distintas ideologías que se han hecho eco de un dato más que objetivo. Algunos de los titulares publicados en el último año son:

  • El País: Escasez de mano de obra en España: “No puedo contratar porque no encuentro a nadie”
  • El Independiente: La falta de mano de obra para recoger la fresa: se buscan 10.000 españoles y se apuntan 800
  • El Confidencial: España empieza a sufrir escasez de trabajadores pese a tener 3 millones de parados

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿España se puede permitir ser racista? ¿Se puede permitir seguir acusando a los extranjeros de robar trabajo? Quizá es buen momento para hacer autocrítica o para señalar a los responsables de ese desajuste entre oferta y demanda de empleo, por ejemplo.

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Discursos de odio

Los discursos de odio han aumentado en los últimos años. No solo contra los inmigrantes, sino también contra otros colectivos que habían conseguido avanzar en las últimas décadas. Sin embargo, las voces retrógadas, al igual que los volcanes, pueden despertarse cuando uno menos se lo espera, creando un tremendo caos en todo aquello que se encuentre alrededor. El problema aumenta cuando estos últimos son pronunciados por portavoces de partidos nacionales legales. De nuevo, tiramos de hemeroteca para mostrar la realidad actual:

  • Santiago Abascal al Gobierno: “Quieren amordazar a los españoles mientras están con los enemigos de los españoles, que son los que asaltan nuestras fronteras, nos quieren llevar a la ruina, dividir el país y sembrar el pánico en las calles”
  • Europa Press: El Pleno, salvo Vox, expresa su rechazo a pintadas fascistas, racistas y xenófobas aparecidas en locales.
  • Público: Vox se queda solo en su veto a una declaración contra el racismo en el Senado

Más de tres millones y medio de españoles votaron a Vox en las últimas elecciones generales, lo que significa que no se trata de un discurso que no está provocando ninguna reacción en la sociedad. Por supuesto, no podemos olvidar que se trata de un partido que ha conseguido firmar acuerdos con otros grupos políticos, lo que significa que estos últimos no rechazan su manera de pensar. Así, la bola rueda y sigue haciéndose cada día más grande.

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Huir de la miseria

Mira a tu alrededor. Observa todo lo que has conseguido. Piensa en tu familia y en tus amigos. ¿Te levantarías en este mismo momento y lo dejarías todo atrás para empezar de nuevo en un país poco receptivo del que no conoces ni el idioma? ¿Conoces a alguien que lo hiciera? Entonces, démosle una vuelta al asunto. ¿Qué clase de circunstancias provocarían lo anterior?

Vuelve a mirar a tu alrededor, imagina que el hambre te acecha día a día, y que las bombas suenan a tu alrededor como antes escuchabas el agua de la lluvia en plena primavera. Eres consciente de que tus derechos se reducen, que no puedes ser tú, que pensar de forma diferente al partido que gobierna llega a ser un delito y que nada invita a pensar que el futuro puede ser mejor. Ahora, ¿te irías? De ser así, ¿Cómo te gustaría que te tratasen en el lugar en el que fueras a comenzar de cero?

Qué bonita es la palabra compartir y que poco se interpreta. Fingimos una gran preocupación cuando las personas mueren de hambre o de sed en otros puntos del mundo, pero las invitamos a irse cuando nos solicitan ayuda, culpándolas de querer complicar nuestra existencia, cuando solo quieren mejorar la suya. Nos olvidamos de que son personas para poder seguir mirando hacia otro lado y las acusamos de no querer integrarse, cuando la gran mayoría lucha por crear su propio hogar, buscando un trabajo y aprendiendo el idioma. Esto último, no siempre es fácil. En asociaciones como Azacán nos hemos dado cuenta en las últimas semanas de los pocos recursos que existen para aquellos que piden ayuda con el fin de ser uno más. Queremos que se integren, pero sin apostar por la integración. Queremos que no nos roben el trabajo, cuando el trabajo no se realiza por mano de obra española en muchos sectores. También, nos asusta el crecimiento negativo de la población, pero no queremos que esta aumente si es con rasgos que indiquen que sus orígenes no son del país. Lo queremos todo, por lo que todo se vuelve imposible, creando una hostilidad en la convivencia que perjudica a cada una de las personas implicadas.

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La multiculturalidad

En Azacán siempre mantenemos la esperanza en que un mundo mejor es posible. Por ello, día a día luchamos para que las personas tengan la oportunidad de disfrutar de unos derechos que les aseguren una vida digna. Nadie tiene la culpa de nacer en un país pobre, bajo un estado dictatorial o sufrir guerras o represiones. Asimismo, nadie merece ser rechazado por el hecho de ser inmigrante, o, incluso peor, mujer e inmigrante.

Siempre es momento de actuar, pero aún más cuando las personas que se oponen a los derechos humanos hacen fuerza. Siempre existirán discursos de odio, pero no nos cansaremos de trabajar para que palabras como solidaridad, empatía o generosidad cobren más importancia que nunca.

 

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