Azacán y el colegio Maristas de Valladolid se reunieron el miércoles en el Centro Cultural Vallisoletano con el fin de intercambiar ideas sobre el Comercio Justo.

Alumnos de tercero y cuarto de la E.S.O. -apróximadamente 135 estudiantes- asistieron a la charla que impartió la asociación, debido a que el Centro en el que estudian celebran su propia semana del Comercio Justo, motivo por el que no querían perderse el conocimiento que tiene la ONGD respecto a este tema.

El colegio Maristas se encuentra actualmente en el proceso de solicitud del título “Escuela por el Comercio Justo”.

El Comercio Justo según Setem

Las reglas del juego del comercio mundial, marcadas por los países ricos y las empresas multinacionales, marginan a las comunidades campesinas y pequeños productores. Por ejemplo, en muchos países del Sur, los ingresos de millones de familias dependen de la exportación de café, cacao, azúcar, algodón… pero los precios que reciben
por sus productos no les permiten vivir dignamente de su trabajo. Otros muchos hombres y mujeres de los países empobrecidos se ven obligados a realizar trabajos en fábricas o talleres en condiciones de explotación. La competitividad y el máximo beneficio económico se convierten en la norma, sin importar el coste social y ambiental: pobreza, aumento de las desigualdades y de la exclusión (tanto en el Sur como en el Norte), agotamiento de los
recursos naturales, contaminación…
La expansión del comercio mundial en el contexto de la globalización ha tenido pésimos resultados para la reducción de la pobreza. Las desigualdades entre ricos y pobres están aumentando, tanto entre países como dentro de ellos. Según un informe de Oxfam Internacional (2002), los países de renta alta, con solo el 14% de la población mundial, acaparan el 75% del PIB mundial, y hay 1.100 millones de personas condenadas a sobrevivir con menos de un dólar al día.

Las desigualdades en el comercio están intensificando estas diferencias, ya que, por ejemplo, de cada dólar generado por las exportaciones en el sistema internacional de comercio, a los países de renta baja les llegan sólo tres céntimos.

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